Muy lento la carne se vuelve polvo antes de serlo realmente,
los ojos ya no ven la sonrisa,
se convierten en negros huecos sangrantes de olvido,
polvo al polvo y el viento arrasa el recuerdo.
Labios carcomidos por el lánguido gusano de la indiferencia.
Tenues sombras vislumbran el fantasma arrinconado junto al cuerpo inerte,
Bebiendo su sangre helada en un afán de permanecer un segundo más
Pobre fantasma, etéreo, inmóvil, vacío…