Cada vez más enamorado del Adagio,
del crecimiento lento y ordenado,
del cálculo infinitesimal del esfuerzo,
de la minimización del riesgo imprevisto.
Amor a la lenta letanía de las olas,
a las mañanas claras y diáfanas,
a inspirar y disfrutar de cada momento,
ver la vida como un torbellino, un rápido suspiro.
El Adagio de sentimientos tranquilos y serenos,
la valoración del esfuerzo constante , no el resultado,
objetivos claros, realistas, serenos y humanos,
no obsesivos, ni dramáticos, siempre relativos.
El Adagio de ser defensor , de ser un muro,
alguien para los tuyos confiable, cercano,
espíritu de hierro, de equilibrio,
alguien que no le afecta el pensamiento lejano.