Tuve una noche de perros
amor —y me quedé dormida—
Soy joven, tú más.
Estoy enamorado,
tú más, hasta las trancas.
Tu familia no me quiere,
la mía tampoco, a ti.
No soy hombre de provecho,
tú tampoco, eres puta,
yo, rebañero de putas,
instigador de hímenes,
destrozador de parentelas,
chulo por proxeneta.
Tu familia —más tu madre—
soñó desde tu cuna
con un príncipe azul,
de esos que no decoloran
con los lavados,
ni con agua caliente,
pero la vida le ha entregado
en envío urgente un paquete,
un relío de ropa vieja y odorante,
un fardo de dimes y diretes
que debe pagar contrarreembloso.
Fugémonos Julieta, de noche,
a la hora en que de las brujas
descansan sus escobas.
Ponte ese vestido que tanto me gusta,
ese de gladiolos azules con fondo rosa
que te resalta la palidez de tu bello rostro.
Lávate la cara con el rocío que empiece
a despuntar cuando abras la puerta
de tu cuarto, y cruza con garbo el dintel.
Ve corta de equipaje, como los hijos
de la mar, y lánzate por la borda
que antes de que beses el suelo te tomo.
Cuando salgas del pueblo
párate en la majada del pastor
y has sonar una piedra sobre el cristal
que yo ya salgo.
Confía en mí, y sobre todo
en tu amor por mí.
Muramos juntos, si el sol despierta.