Estar parado en el camino
sin saber del destino
el por qué
ni cuando será
que cada uno de esos pasos
dejarán las tenues huellas
borrándose, abandonadas
al viento de la madrugada
perdiéndome del pasado
naciendo a lo nuevo
al sol, tibio sol
de un día más a vivir.
Por qué todo ha de pasar
y yo detenido, aquí
mientras ocurren
mas allá
con la constancia de un río
que inevitablemente
desembocará
en el futuro.
La calle solitaria
de madrugadas
pasa lenta, en el empedrado
húmeda de infinitos brillos
se escapa en un hilo de agua
tragada en la esquina.
La clama, el pesado silencio
ese olor húmedo
el cielo como una boca
a punto de vomitar...
Tantas veces ya pasó
como escampó la historia
renaciendo entre la simiente buena
esa inconveniencia de la maleza.
Las revoluciones
solo cambian verdugos
sin mermar víctimas.
Pude leer en las oscuridades del cielo
Eso pensaba
apenas iluminado
por una luz titilante
a punto de claudicar
cuando las primeras gotas
comenzaban a descender
invasoras
ignorantes de mi oscura soledad
esperando un día más
para vivir
sabiendo que la realidad
solo era un matiz de la razón
y el infierno
un espejismo de los buenos.