Tu mirada perdida entre el patrón de sillas, tu labio inferior pegado al otros formando una línea tan recta... parecía que algo te molestaba. Tus manos atadas una a la otra, y la forma en la que novias tus pies, al parecer tratando de seguir el ritmo de la canción que retumbaba en tus oídos. Tu sonrisa, iluminaba cada rincón de la aula y tu ni cuenta te dabas. Tu risa era como una melodía hermosa que podía escucharla todo el día y no me cansaría. La manera en la que fruncias la nariz cuando algo no te gustaba o la manera en la que arrugas la frente el no entender lo que decía. Eres perfecto pero no lo sabes.
Y ahí me di cuenta que dolia, mirarte dolía...