SUCESIÓN IMPLACABLE
Álamos y chopos juntos.
las alamedas formando, hoy, se tiñen
de colores amarillos a la vera
del río o del arroyo, del reguero
o del paso de montaña. Son árboles
escuálidos y apenas entrevistos,
con bucólico espacio entre sus copas,
a izquierda y a derecha
de la rápida corriente intercalada.
Los átomos del aire circundan la alameda
por las bellas muchachas recorrida,
y asoman victoriosas las estrellas
desde la franja horaria más nocturna.
Son formas vegetales que se intuyen,
que se alargan, se adelgazan
en presencia del sabio y del artista,
sobre el trozo de lienzo o sobre el libro
con páginas excelsas del poeta,
que, en la cabeza del sabio,
se hacen hueco mientras piensa.
Muralla transparente,
glorieta de los mil pájaros
cantores y de las bellas almas de muchachas.
Parece que avanzaran en columnas,
siguiendo el curso sinuoso
de la corriente entremedias, y sin perder
el paso un solo día. Se sienten
con más brío
cuando ausentes, y es entonces
cuando aumenta su importancia.
Orgullo de los tímidos, de los adolescentes
marcados por el mismo fuego ambiguo,
su tránsito es ligero
cuando al fondo del valle se alinean.
Álamos y olmos, todos juntos,
abrigo de las almas de los
cuerpos que tiritan,
cuerpos cubierto por plumón apenas. Ciencia incierta.
Guardería de las mariposas,
Su tránsito es ligero
cuando al fondo del valle se alinean.
Erguidos, incoherentes
entre la niebla espesa o la llovizna,
para morir nacieron estos árboles
al cabo de tantos años de vigilia.
Gaspar Jover Polo