No tendría qué escribir
si me pusiera a pensar,
si me pusiera a llorar,
a cantar, a martillar,
a mirar gente que pasa
por la ventana de atrás.
No sabría qué decir
si propongo compartir
palabras desparramadas
que no sé si van a ir
dando ritmo a mis pavadas
sin pensar en mi reír.
No podría ni sentir
la tristeza que me ataca
cuando me pongo a pensar
las cosas que extraño tanto
y me hacen desvelar
cuando me voy a dormir.
Canciones que voy sembrando
sin pensarlas, sin mi voz,
con amigos tan distantes,
sin cariño, sin pasión,
sin mi patria destrozada
y este peso que es mi voz.