Ben-.

Como cálidos senderos-.

Inmortalidades escuetas

que figuran en las estanterías

desvaídas y exhaustas, que permanecen

lejos de los huesos, los que

seducen y atraen como llovizna ovalada,

sobre un rostro impermutable. Bajo

el sacrificio, libérrima piel de uva,

castigada por el acento frontal del ruido

y la tempestad, exilio cesante de partículas

vengativas. Rostros vacilantes, cárdenas materias, pálidas

crueldades, por las acacias sostenidas, invictas.

Opulencia de un cuerpo que vivifica los ámbitos

y el vientre de la introversión.

Ya se fueron por caminos insondables,

por maravillosos crepúsculos tenues,

por campanarios oxidados que emiten

su ruido de león abatido en el ábside.

©