Vapor tenue fluye en su contorno,
calima que asfixia en el bochorno,
quedo perplejo
por su reflejo
que yo deseo, por el derroche
de aquella noche.
Imponente emerge en la neblina
tan fogosa ardiente mesalina,
y esculpida en fina porcelana,
a su piel, el sol a la mañana,
le pone el broche.
A esa gran diva turbado acudo,
por contemplar su cuerpo desnudo,
al paraíso
con su permiso,
a aquel emblema de la hermosura,
a su figura.
Pórtico de excesos y pasión,
de la tempestad del corazón,
del torbellino que hay en su pecho,
de tantas noches sobre su lecho
sin más censura.