Con curiosidad genuina,
la muerte, a sus espaldas observaba;
como sus manos viejas y lentas
creaban con una espiritual solemnidad.
Tembloroso e ingenuo,
con la mirada de un niño que teme algo arruinar,
pasaba su mano por el lienzo
creando cosas que ni el podía evocar.
Su cuerpo con esfuerzo notable,
trazaba y trazaba sin pensar
aquellos paisajes, personas, animales y momentos
donde su corazón se lleno de buenos sentimientos a colmar.
La muerte en absoluto asombro
vio como esa mente solitaria y atrofiada en un instante fugaz logro escapar,
y en su rostro se dibujo la sonrisa de quien por un momento logra su vida recordar.