“Sus grandes alas blancas como remos.”
Charles Baudelaire (“El albatros”)
Las calles que despierta la mañana,
con su pulso de cuerpos apagados
en plazas sin horarios todavía.
Resaca de esos días en los que el tráfico
confluye mal y las casas contemplan
los coches de cristales solitarios.
Son tantas cosas por alcanzar
en este mundo que vivo. Los ojos
de un deseo triste me tocan y callan,
son como heridas por mil sueños rotos,
suburbios de otra gente, otras ciudades.
Un dulce y oscuro puerto sin retorno
es la vida. En su lucha se obstinan
cuarteles de invierno, gentes llevando
escudos contra la pena. Y teléfonos
callados, hielo en las tejas dormidas
de grandes alas blancas como remos.
Viajar sin miedo a una libertad
que cruza noches y fronteras,
las costas del remoto pasado
perdiéndose en la nada. Los recuerdos
sin patria de horizontes ya perdidos
en la mirada gris del extranjero.