Estreya que viva briyas.
Estreya que vibras
sobre un fondo sin fin.
Rutilante, diamantina
estreya que brindas
tu beyeza de marfil
al pobre heremita,
hombre que medita
sobretodo sobre ti.
Tan viva ahí encima
tu luz líquida él mira
yover sobre sí;
caricias en su tez curtida,
el agua en sus negras pupilas
briya como crin
cuando contempla arriba
con la mirada encendida
y ayí está eya, sí,
tan beya y tan viva
que la misma Luna la atisba
y, admirada, no para de reír
desde el cielo como en una vitrina
una antigüa reliquia,
tal vez los restos de un proyectil
o el ojo que vigila
en la seguridad que da la lejanía,
o la moneda del arlequín,
del pobre que mendiga,
heremita que medita
sobretodo sobre ti,
serás verdad o otra mentira,
realidad o obra ficticia
de quien te mira tan así
Y nada, sigues pasiva
y más como una mirada expresiva
comunicas sin decir
y apenas parece que estás viva
y que piensas y meditas
porque tambien alguien te hace reír
y ser feliz, y nadie te limita
si en esta noche infinita
solo ansías lucir.
La luz se expresa; antes presa, ahora vuela
creando ondas que rodean las sombras que quedan
dispersas en la tierra.
Nace el fulgor: esperado fenómeno, sorpresa
bienvenida, voz dulce despertando unas ganas nuevas,
un impulso, una fuerza
de tronco que tronchar no podrá la dura tormenta
ni talar el hacha hambrienta de fresca madera;
asumo su resistencia:
a mi vera resentidas las tortuosas sendas
se empinan para ir a caer de la cima enhiesta...
La luz se expresa,
y me impresiona la precisión aurea, endémica,
de su poema, su pureza, su vida, mentiras aunque las crea:
detrás la oscuridad es eterna,
el tiempo es la apariencia terrenal del mal que la desespera
y eclipsa una parte; así era antes cuando estaba presa,
ahora que vuela se la ve entera,
ademas radiante da su don de intocable beyeza
y yo lo cojo en mis ojos, juntando las esencias diversas;
las dividiré justamente. Gracias estreya.
(El funcionamiento del cielo
está cronometrado. El día
termina y se oscurece el espacio.
La noche encierra un secreto
secuestrado, un amuleto, una sortija
dentro de un cofre enterrado,
una mano agarrando una reja,
un quebranto, una queja, la tristeza
que acude cuando la alegría se aleja,
el tiempo, el viento lo empuja
para abajo como un ojo cuando
lagrimea. La tierra se moja
de yanto, y la espuma se forma
cuando el mar golpea el barranco
huyendo alocado, encabritado
como un animal ahecho a una jaula
suelto por el campo entre la fauna
que es su familia, de sus hermanos
escapa, lejos de casa y de su raza:
seres en quienes no ve semejanza.
La devoradora sombra
va detrás, olisqueando su presa,
buscando inmerecida recompensa
a la tardanza. La danza cósmica
prosigue fatal a tal hora,
descontrolada, neurótica,
en la noche con lenta
parsimonia, impía violencia
y repetitivas frías olas
rompedoras. La destrucción
es por necesidad, todo
aspira a un final: ilusión
de poder ser mejor, si no
la creación colapsaría
como una torre muy antigüa,
exigüa la vida sufriría el ahogo
de verse siempre en los mismos rostros
y moriría de soporífera agonía,
la Luna y las estreyas, dormidas,
ya nunca se mostrarían a nosotros
y el Sol tampoco.)
Cautelosa, fugaz sombra de mi Amor, estreya,
el agua canta cuando pasas encantada, escurridiza,
y la oscuridad, feliz, yenas de luz. Es tu beyeza
fascinante, flor caminante, transparente, el aire te yeva
levemente, y, viva, vuelas por mi flecha perseguida.
Porque, sí, te besaría, arde fría la yama del deseo
cuando así te deslizas cual arena amariya entre mis dedos,
y vería quizá en tu mirada, secreta, un alma, una yama
tangible, de agua, una libre voluntad, un ave dorada
pareja a la mía, semejante, la misma que hace al día
elevarse. Estreya, yo solo quiero amarte y sales despedida.
Elegante Luna, figura huidiza, espíritu de la luz.
Blanca pasas como un ángel o una nube, y azul,
lejano astro, un rastro de plumas, de pájaros, pétalos vas dejando tentándome.a que te siga
Estela dilatada gira espiral.
La noche me yama a entrar.
Me lanzo cual haz de la luz
original, oriflama, al gran alud.
Busco a mi amada, la hada.
Eya se anda entre las ramas.
Casi apenas pasa como agua
deslizándose en pendiente.
La vida verde la envuelve
y a sus pasos nuevos matices
se vuelven bien perceptibles.
Eya da fuerza a las raíces
bajo la tierra y hace que vibre,
que se exciten las fieras
libres de cadenas férreas,
sana sangrantes heridas
abiertas en las mentes
que, perdidas, reubica,
sus súplicas urgentes
atiende; eya quiere entender
la vida, y por qué la muerte
tiene siempre que yegar.
Estreya apégate al placer
de hacer lo que te de la gana
y cuanto hagas será para bien.
Ven tras mi estela de yamas,
vayamos a la par, de la mano,
veamos que hay mas ayá
de la muerte, si de verdad
es para tanto yanto.
Sé que alegres nada
podrá jamás dañarnos.
Estreya, serás mi hada
compañera? El hado
nos ha unido. Te amo.
Tú arriba, yo abajo, ay!
Distancia, espacio,
ya podeis salir de ahí,
dejad que nos unamos
en una misma matriz.
Escala y a treparla.
Así, íntegra, entregada
a mi, me tendrás para ti.
La eternidad terrenal,
traer el paraiso no estaría mal,
dirás, inspirada;
por mi iré contigo hasta el final
y más, mi alma.