Volvemos entre letras
En el anteceder de la mañana
En el cuarto menguante de la conciencia
Volvemos a donde nos encuentra la sustancia
Donde galopan las eternidades
Y en el mismo acontecer
En el reflejo de otra voz que también nos pertenece
y a la vez se pertenece a sí misma.
Volvemos porque somos todos,
ese río y esa corriente
Porque no hay pérdida alguna,
sólo transformación, decantación y pureza
Artificios de la mente que se engrana a la maquinaria del alma.
Volvemos en la línea del tiempo vertical
De la fuente a la raíz
y de la sal al agua
Donde nos bañamos, vertimos,
nacemos y navegamos
Ese agua que nos transporta entre la misma sangre
Siempre tarde que temprano volvemos.
En el tetraedro de Pitágoras
En la apartada Grecia
y en las ruinas de Latinoamérica
que nadie suele visitar
En el apartado canto africano
Y el calzado dejado a la entrada de la puerta
En cada pasaje y cada huida.
Volvemos porque no pertenecemos a nada
Pero somos de todos
y no tenemos nada que nos haga lo que somos
Porque en el ir y volver la voz se hace música
Y la lectura el instrumento.
Volvemos sin atribuciones ni protagonismo
Porque todo triunfo es compartido
Porque cada red tiene filamentos
Pero sólo algunos tejen su propio hilar.
Como una cascada golpeando en la roca
Flotando en la niebla
En el crepúsculo de la mente
En la espuma que bordea el corazón agitado
En el humo y la ceniza que empaña las nubes
que respiras cada mañana
Donde todos nos respiramos desde el fondo del mismo volcán
Porque todos hemos pisado los mismos granos de arena alguna vez
Y hemos tallado con la planta de los pies un nuevo trayecto
Y también lo hemos borrado para que otros pies se pierdan
en nuestras huellas invisibles.
Volvemos hacia la cúspide de la no búsqueda
A la tierra de ninguna parte
Y al encuentro de nosotros mismos
Porque siempre es necesario volver
Reconocernos en el infinito
Y vaciarnos en el mar
Y dividirnos en cada ola
En cada ola que sepulta el ayer
Y moja los pies del nuevo viajero.