Karen Rod

Rascacielos

Es la hora del amanecer

del libre pensar

de la ruptura

y la reconstrucción del alma

Es la hora de los despiertos

que en la lucidez del sueño

sueñan un nuevo mundo

Es la hora del viento,

del espíritu

que se escapa en la montaña

y se arropa entre las hojas marchitas

Es la hora del mandato

de sellar el manuscrito

de elevar la voz a las estrellas

que encienden los caminos

La hora de sacudir las mentes

de soplar palabras al oído

palabras de ceniza que empañen los cristales

y vuelen lejos,

lejos de los rascacielos.