En medio del frío invierno que ya se aleja,
Mis pasos resuenan entre los charcos empozados
De la lluvia fina que el cielo ha resbalado,
Mis párpados y mis mejillas se encuentran endurecidos y sin vida,
Y mis labios amoratados,
Murmuraron una plegaria que del frío se escondía.
Me encuentro andado por un pasaje
De árboles oscuros y aletargados por la noche,
Y el rumor del silencio abarca por completo
El brillo de las luces en la acera,
Presiento que la sombra mía,
Está a mi lado por compromiso,
Y que el ruido intenso del viento en mis oídos,
Es más un latiente olvido,
Que un aviso del tiempo que ya se muere.
Siento que Abril es insuficiente,
Para despedirme de las aceras por la noches,
Y que esperar al amanecer corriendo por las veras,
Es un intento inútil para apagar la llama de la muerte;
Pienso que nací entre enero y diciembre,
Pero siento que soy más,
Del universo de un paseo por las noches.
Abril es el mes en que nació mi abuela muerta,
Y llevo el recuerdo de sus ojos,
Tan dulce y a la vez, tan fiera.
Abril…
Mi piel se humedece y no por esa lluvia tan fina y tan ligera,
Si no es acaso el humor de andar,
Entre el medio de las pilas de esos árboles en las noches,
El sudor no es extremo pero humedece mis labios fríos,
Y me siento entonces en la comisura de una pileta de agua fresca,
Cierro mis ojos, y es sólo su palabra tan fluida la que me alimenta,
Y pienso en el sonido…
De tus palabras en Abril.
Yo nací entre enero y diciembre,
Pero me siento del Universo de mis recuerdos,
Yo nací el mes de marzo,
Pero Abril… en Abril, podré decir… tu nombre.