Aquí están nuestras almas
con rosas de fuego aterciopeladas
en nuestros corazones encajadas;
aquí están las ensoñaciones
las verdades, las intensas emociones.
Aquí están nuestras noches, nuestras madrugadas
nuestras mañanas, de sol tibio, de luz y rocío;
aquí están nuestras lindas tardes de fresco otoño
con un roce, con un guiño y un beso y una mirada
que acallan las innecesarias palabras.
Aquí hay una sonrisa y una vida enamorada
más dos alas, dos alas que vuelan
en el silencio de la cañada
cuando dos manos se entrelazan
en una suave y soñada balada.
Así se encuentran nuestras almas
bailando, con el rocío de la madrugada.
Yamila.