Original Oriflama Infinita

...

*

Acayado el yanto del mártir 

Yamo a la verdad esencial

Hablando al viento mi pesar.

Sangro en el mar. Mi candil

Se apaga como si muriese

Pero soy acogido en noche

Por las sombras lucientes

Cuando me dejo caer al fin

De todo, solo yo y el rugido,

El eco marino, el cielo gris

Crujiendo, un trueno súbito,

Pero soy acogido en noche,

Mi hogar entre tres veredas

Varado me espera. Descanso

Bailando blanco bajo Luna

Y obsequio su hermosura

Juntando a voz de yamado

Los séquitos escondidos,

Mostrando a la luz caminos

Y cruces que quito siempre

Porque se astiyan y hieren,

Abren la piel y la sangre

Vuelve a caer al terraplén.

La guerra cierra la tarde

Y trae tregua, entre tres

Veredas varado, febril

Frecuencia fría, eclipse,

Es díficil para entender

El por qué de mis actos,

Lo sé, tengo algo extraño

Pero soy acogido en noche.

Temblando en un témpano

Tumbado temprano oteo

Alto al fondo reo el fuego

De un Amor que se ha helado

Entre tres veredas, lejano

El hogar, varado, por los suelos

Corriendo como yanto

O este viento singular

Y no es ningún simulacro, 

Me estimula mi soledad

Pero soy acogido en noche

Con gran agrado. Cargo

El arco, cumplido Cupido,

Capuyo nunca acayado,

Y fayo al blanco un tiro?

Entre tres veredas claro

Veo volar mi mortal sino,

El enemigo cerca cocea

Pero soy acogido en noche,

Tengo dentro la recompensa,

Fuera la fiera pide que azote

Al cordero. -Desobediencia!!!

* *

Imagen de un lagarto largo

Sobre piedra y harto del Sol,

Oscuro, escamoso, amargo,

Rojo agujero reflejado en dos

Espacios, primero el trapecio

Debajo, ajado, y alrededor

Todo son espejos emitiendo

Esplendor desde el pájaro

O dios entre un árbol negro,

Luego, lejos veo en trabajo

La creación como misterio:

El silencio del lagarto largo

Lo está diciendo. - Incremento

Potencial hacia una evidencia 

Nueva de una era de eternidad,

Que yueva en mi lengua maná.

La ausencia de nuestra amada

Es momentánea, tambien efímera:

Roca redonda y eya vela encima

Mientras la noche entera la cobija,

La hija mayor, del mal heredera,

Letal víbora de lengua siniestra,

Princesa con torre y guarnición,

Mañana reina vengativa, sin Amor

A la vida, iracunda, asusta, la fusta

Avara, la vara brutal en su mano

Izquierda destrozando, la otra

Ociosa cual en pintura etrusca

Una musa, la mía o la tuya,

Lagarto, pero su palma rosa

Ahora reposa, ya nunca reclusa,

En un arco de Luna, la sombra

La circunda, a la muy puta

Que sola yora estreyas, o es

Esta deliciosa yuvia, yo lo sé,

Cómo se siente ente tan débil

Cruel suspende su palo de poder

En la altiva cima, mira al cielo,

Cuando lo ve, bebe aquel elixir

Que sí es veneno. Y el trapecio,

Y la piedra, y la roca, la torre,

El vértigo, fin de tiempo, terminó.

Revolución, tremendo temor

Para un pueblo pobre e inmóvil.

* * *

Blanco conejo entrando al matorral

Alicia, responde, desquiciada, virgen

Viciosa, que no niña, ríñele al tigre,

Cantora. El Amor, tu arma para borrar

La historia, tumbó a la gran Roma,

Por tu roma espada fué asaeteada;

Oh la antigüa Istar babilónica ahora,

La mediática diosa, entre autómatas,

Alada astronauta fuera atmósfera.

Oh tormentosa totalitaria tentación.

Alicia, corre hacia aquel cayejón.

-Éste? - No, el otro, no te jode. Ve,

Corre, premura! Un amén de lamentos

Con capucha tras este joven anochecer

Buscan tu refugio. Corre como viento,

Leña! Vuelve al sueño. Ves la yuvia?

Está cayendo cruda, apura, alumbra

Un fuego, tu ego extiéndelo en el desierto.

Amanece púrpura y Alicia aun ayuna,

Casi que cuelga la blanca cuenca

Hueca en la altura, segunda, no, primera Luna sea.

La muy traviesa boa está terriblemente

Loca; la diosa esa asiste a este penitente. 

-Vierte el elixir desde tu clítorix a mi reptil lengua,

Sé rápida impía arpía: el día, ahí viene.

Dame de beber tu sangre, envenéname

Hasta matarme, que no puedes, pierdes 

Porque eres débil, la diabla, y yo el ángel, el más fuerte,

El buen vampiro que ha venido a salvarte de la muerte.

Ven conmigo que, en noche, si ambos nos amamos (alguna Luna, la tuya, está segura:

Lo muestra),

Nunca seremos cálidamente acogidos, sin ayuda caeremos pero en buenas manos desnudas,

Las nuestras.

Rebélate sola, ejerce desobediencia,

Contra marea ordena a la tormenta:

-Ataca a la reina de la noche negra!

Desentierra tu hacha para la guerra

Y ve tras la gloria imperecedera,

Brincando, oh graciosa diosa,

Adéntrate en la utópica madrigera, 

Adelántate a tu sombra lechosa.

Reniega de la parca que corta

A tijera. Ahora sé tú la hilandera:

Tu vida administra, no más

Tristeza. Para ya de yorar. Podrás?

O ignorarás la risa, el Amor, la prometida

Inmortalidad, y sin mirar atrás

Ni me dirás adiós, a mal dios sometida