Estoy vivo sufriendo solo aquí
como siempre ha sido y sigue
haciéndome sentir culpable infinitamente
por ser tal vez distinto en mi comportamiento
en estas horas al distanciarme de todos a veces
tan fuera de mí que desisto
y se lo dejo para que otro termine
conmigo a las vueltas hasta caer al abismo
esta noche infernal, milenaria,
cuya fragua está ardiendo con estrellas encima
bien cubiertas ahora por nubes
que se van dispersando
hasta que no quede nada de aire.
Esto es el fin, donde el camino termina
misteriosamente perdiéndose entre árboles
de sombra aterciopelada y se oyen ruidos
amenazantes al oído que podrían ser solo el crujir de ramas
al partirse por el viento pero semejan pasos de fantasma
y las voces de seres de otro mundo conversando
en su idioma burlón; total, que es todo sombra
y hay que adentrarse, dar el paso
para disiparla al menos un poco
al descubrir el engaño de nuestra mente jugadora
mandando haces con los ojos rabiosos
para que nos teman alucinaciones: oh, dios,
como algo se mueva empiezo a saltos a volverme un salvaje
de esos que no se aturan, depredador de silencios largos
yo a oscuras con mi alma tan solo, las dudas, el miedo a morir
y un algo de corazón batiendo muy fuerte en mi pecho,
¿avanzamos...?