Fátima Aranda

Letológica

Tiendo a pensar que un día fuimos uno,

no porque tenga en la mente

una imagen clara y fiel de nosotros

fundidos en algún tiempo,

sino por el miembro fantasma

que me deja tu ausencia

en la retina del ojo,

que se invierte afanosamente

intentando buscarnos en el recuerdo.

Tiendo a pensarlo y, al hacerlo,

noto la falta de roce en el picor

de mi mano, que se encoge, se alarga,

se retuerce ante el figurado

tacto de otra mano 

que se adivina en la distancia.

Tiendo a pensar que lo fuimos,

aunque sólo lo intuyo, sin saberlo,

por los ya vividos segundos

que aceleran mi pulso en el metro,

o en la calle cuando, entre tanta gente,

aislándome el alma, te postsiento

y sobrevuelo por encima 

de unos brazos unidos, de unas

frentes unidas, de unos labios unidos

que se me antoja pensar que eran

los nuestros, que en algún momento

quedaron suspendidos en los átomos

que forman cualquier otra dimensión

de espacio o tiempo.

Tiendo a pesar que fuimos uno,

aunque ya no sé, sin dudarlo,

si lo invento, si es deseo,

esperanza, anhelo,

o que realmente fue y ya sólo quede,

empañada, la visceral disección

de sus segmentos observados

en viaje astral desde muy lejos.

Hay indicios obvios que insinúan,

y a veces tiendo a pensar

y creo que es cierto 

que en algún momento de este paso

fuimos uno, aunque no quede

ni el rastro real, ficticio, veraz, fingido,

insoportablemente indeleble,

de lo nuestro.

Luz De Gas