Allá en la falda de aquella gran montaña
en la que despunta el sol cada mañana,
muy tierno y bien guardadito,
se alza con belleza un lindo pueblito.
A la vista es de agrado especial
ver sus casitas de arquitectura colonial,
su empedrado, tejas de barro y balcones,
maderas de colores, el chusque y sus faroles.
Casi un poema de ensueño se teje aquí
donde Villa de Leyva, Tenza, Ráquira y Monguí
se cruzan con el Cocuy, Sáchica y Tibasosa
exaltando algunas de las joyas de esta tierra hermosa.
En medio, su capillita de una sencillez artesanal
adorna con su presencia la plazoleta principal,
erigida en honor al Cacique Tundama;
señor muisca que entre los cerros reinaba.
La naturaleza, el arte, la música y la cultura
se celebran y evocan entre sus callejuelas y esculturas,
forjando la memoria de una boyacensidad real,
que nos deja la historia de nuestra memoria ancestral
Si ves con tus ojos del alma lo lindo de pueblito
no podrás engañar a tu palpitante corazoncito
porque en un rincón de la bella perla, Duitama;
esperará por ti, aquello que cuando lo conoces, ya lo amas.
Nathair