Pinto de memoria tu rostro
tus pechos desnudos que nunca he visto
me dicen que son de bronce dulce tibio.
Matizo tu vientre sumiso con suaves pinceladas,
sensible al trazo se eriza cada poro,
tu ombligo es una estrella en la noche del lienzo.
Monte de Venus sombrío, apenas iluminado
por un tímido resplandor de luna en la ventana.
Lo noche me envuelve entre olores de mar,
la memoria fluye, discurre y plasma
cada trazo de tu piel en mi soledad.