Me iré triste divagando en la soledad del desvario apresurado, por el miedo impío que se apodera de mi...
Con su desprecio a mis espaldas como culpa llenando de lágrimas amargas mi corazón.
Me marchó de aquí sin titubear, porque, digo a gritos lo que todos piensan pero en un susurro;
mis labios huérfanos saben lo que han de callar...