No hay nadie imprescindible en la vida y ahí su belleza, y no hay nadie más fuerte y hermoso, ni más sabio que los sabios, ni hay... ni hay hombre más poderoso que soborne al cosmos y ensalse en su nombre los astros y le sea otorgado el poderío de comprarlos y en una cajita su grandeza le sea permitido guardarselos. No hay quien haga y no pague, quien no perdone y sea perdonado. No hay razas supremas porque en todas las razas hay seres equivocados. Y pensar en eso es bueno, porque al no alimentar el ego que en mi interior habita estoy matando a un ser diminuto que poco a poco va convitiendose en una bestia salvaje. Y pequeña yo, todo me parece grande, entonces todo me asombra y todo me es bonito desde la plataforma, viento, sol, estrellas junto a noches largas, el alba desde la perspectiva tierra se levanta, y salen enajenadas las mariposas a inspeccionar el jugo de las flores como si vivir hoy fuera cosa de un poeta jugando con sus prosas. No hay nadie más, nadie menos, ni quien mire hacia abajo, ni quien para los altos de un ser tan diminuto como el que lo está mirando.