Si el canto de la lluvia mojando los rosales
me devolvieran la esperanza en mis saudades
vería mis entrañas las señales de que estoy
aquí, prendada de ansiedades.
Si esos rosales salpicaran mi rostro
cautivos mis ensueños corrompidos
liberarían mis desconsuelos ensombrecidos.
Mas, ni la lluvia ni las rosas saben
de sutiles sentimientos
la lluvia solo moja mi pelo
y las rosa perfuman mis ensueños.
Caben más los desaciertos
desconsuelos yacen muertos
duelen más los desencuentros
que el mismo dolor
hacia los miedos.
Llévate mi alma ¡oh cielo abierto!
quiero nubes blancas en este silencio,
la vida se hace larga y ya no creo
que la golondrina que me habita
llegue a ningún puerto.
Y aunque postrero quien limpia el suelo
del sendero que recorro
se aproxime a brindarme su consuelo
ya habré muerto más de cien vidas
mil caminos recorridos y desiertos.