ÉL
Accedí por los quicios de tu alcoba,
pensando que ardería en el infierno
al ver como tu piel
desataba en mis ojos el vil fuego.
Capté tu desnudez,
flamígero delirio de tu cuerpo,
que incendia mis sentidos
y conmueve frenético mi pecho.
ELLA
Mirándote a los ojos vislumbré
los tuyos tan traviesos,
percibiendo el temblor
de tus labios, farol de mis deseos.
Insinuante avancé
en busca de tus besos,
logrando percibir
la erección del gran sueño de mis sueños.
ÉL
Mi dermis esperaba tus caricias,
mis yemas, el contacto con tus senos,
mi boca que tu lengua
privara a mis gemidos del aliento.
¡Hazme tuya!, excitada me imploraste,
aplaca la candela de mi sexo,
invadiendo hasta el fondo
el húmedo jardín de mis secretos.
ELLA
En tus brazos, con fuerza me tomaste,
atizando el incendio
causado por el ansia de mis ganas
al degustar tus dedos tan adentro.
Gimiéndote al oído supliqué
por ese sosegado desenfreno,
que sólo tú me das
con unos deliciosos movimientos.
ÉL
¡Qué dulce frenesí!
¡Qué ardor más placentero
sentir el éxtasis sensual del gozo
de amarte sobre el lecho!
ELLA
Y a las puertas angostas del edén,
entre espasmos, caricias y jadeos
nuestras almas exhaustas
se reunieron, dichosas en el cielo.
Anna Gutiérrez.
Raúl Carreras.