Quisiera ser el aire
que tu boca respira,
quisiera ser tu amante
cada noche, cada día.
Quisiera ser pececillo
que en tu pecera nada.
Quisiera ser ese príncipe
de tu cuento de hadas.
Quisiera ser la luz que
tus ojos iluminan,
quisiera cariño mío
formar parte de tu vida.
Quisiera ser el poema
que cada día recitas
para sentirme en tus labios
cada vez que no me invitas.
Quisiera ser gorrión,
y posarme en tu ventana,
cantarte una canción
despuntando la mañana.
¡Oh amor! Quisiera ser
tantas cosas para estar
siempre a tu lado...
Quisiera ser... ¡siempre tuyo!
tu mejor amigo, tu amado.
Quisiera ser el recuerdo
fijo y eterno en tu mente.
Quisiera ser la sonrisa
que en tu mejilla aparece.
Quisiera ser el silencio que
te envuelve algún momento,
de esa manera saber
que vivo porque te siento.
Quisiera ser el paisaje que
admiras con tanto orgullo.
Quisiera ser amor mío,
quisiera ser... ¡siempre tuyo!
(Islas Chafarinas, (c) Ermanué 1982)