Ella mi inicio y fin,
mi prólogo y epílogo,
Mi paz o guerra.
Ella luz y yo penumbra,
Ella otoño y yo inverno,
Ella, ella y solo ella.
Ella con aquellos ojos mieles, que endulza mi alma, que enreda mis pasos, que muda mi habla.
Ella con aquellos pétalos rosados, perfumados de su esencia, que florece ante mis ojos y muere en mis labios.
Ella que ante el resplandor de la luna me ciega, que obliga a mis voz sacudir al viento y a mis dedos a escribir estos versos.
Y tal vez, otro sea su dueño, otro riegue sus raíces, otro sea su tierra.
Pero ella y solo ella
A cambiado este humilde pordiosero,
En el hombre que la usa como musa para sus poemas.