Michael de Victoria

A Lady Marmot

“Las palabras y yo nos observábamos esperando que el otro empezara a hablar”

I

Sin pies, ni voz, ni razón me hundo en las calles cegado de ti.

Palpo sus paredes, me desnudo de recuerdos,

huelo el abismo del olvido...

Por fin, en el extremo de la noche,

Busco embriagarme de otra voz y otro aliento;

Pero, ¡noche!, te vas desgarrando a cada sorbo.

Y vuelvo, como todas las veces... despierto de ti.

 

Vuelvo a nuestra habitación, ajena de tibieza:

El aire frío golpea el piso,

Las paredes repiten el silencio,

Los muebles extrañan el calor de otro cuerpo.

 

Me dejo caer sobre la cama,

–¿Ojos cerrados? Ya no sé–

Sobre el velador el hombre de ayer me observa ¿feliz...?

 

Y aquí estoy yo, puerta cerrada, aire contenido...

Esperando el secuestro del alcohol y el tabaco,

Sintiendo que algo en mí se ahoga,

Repitiendo: la tristeza ¿sabes?

No duele en el corazón...

 

–en alguna parte, un perro ladra a la ciudad desconocida–