Llueve desde siempre
desde la terraza,
los perros, la casa,
las cosas que pasan,
las que nunca llegan,
las que van de prisa,
las que me mandaras,
las que si recibo
no sé si me atrapan
dentro de caminos
que van a la nada.
Llueve toda el agua
de los lagos grandes
que nos acompañan
de día y de noche
desde la montaña
que está en mi nostalgia.
Llueve desde el canto
a la mamma vieja
al rostro cansado,
a las canas nuevas,
a tus brazos fuertes
y a tu frente altera.