Anngiels Simplemente Mujer

MATERIA PENDIENTE

 

 

Él la invitó a salir, le habló de sus ojos oscuros y brillantes como la noche, de su negro pelo flameando como la bandera de los deseos al son de la brisa, de cómo ansiaba recorrer su talle. Le susurro palabras bonitas, mentiras creíbles, le confesó de su amor a primera vista, de cómo esperaba verla llegar a la oficina y como la extrañaba desde que terminaba la hora laboral hasta el otro día.

Ella solo escuchaba sin poder decirle que sentía lo mismo, que le gustaba desde el día que comenzó a trabajar en la empresa y sentía como la miraba.

Primero fueron al cine, después a cenar y luego caminaron sin querer despedirse.  En una calle oscura la tomó de la cintura y la llevó hasta una pared y apoyada en ella la besó con esa pasión desesperada con la que los enamorados inauguran una relación.  El fuego se extendió de piel a venas, y cuando el deseo fue imposible de contener, tomó su mano y dando vuelta la esquina la condujo a un pequeño hotel sin que ella pudiera o quizás no quisiera decir que no.

La noche fue como esas noches que no olvidamos porque gozamos y nos sentimos únicos para el otro, de esas noches que no queremos que terminen y quisiéramos que el universo se detenga y los relojes enmudezcan, fue una de esas noches en que sentimos que el amor y el sexo son lo mismo y nos entregamos de cuerpo y alma como si esa noche fuera la última de nuestra vida. Al amanecer la acompañó hasta su casa, y se despidieron hasta luego, porque en pocas horas volverían a verse en la empresa.

Los días que siguieron fueron tan apasionados como el primero, hasta que dos meses después ella se enteró que en tres meses el hombre que amaba se casaría en Córdoba capital. Le pidió explicaciones a aquel hombre que amaba y este mostró quien era verdaderamente cuando le dijo que jamás se hubiera casado con una mujer tan “fácil” que la primera noche se acuesta con cualquiera, y que de ninguna forma sería el hazme reír de sus compañeros de trabajo, casándose con una puta.

Lo miró con todo el dolor de la decepción y se juró nunca más amar a nadie, le dio la espalda y se fue para nunca más volverlo a ver, cambio de casa y de empleo y hasta decidió cumplir el sueño de irse de esa ciudad.

Hoy solo paga con la misma moneda, goza del sexo y cierra todas las puertas del corazón. Cuando le preguntan porque lo hace solo contesta, que: si vas a la cama con un hombre sos fácil y puta, si no vas sos resentida y reprimida, yo ni soy una cosa ni la otra, simplemente soy libre de gozar sin remordimientos tal cual lo siento y de la misma forma que los hombres lo hacen, y nadie me debe pedir explicaciones ni yo pedirlas a nadie y mucho menos que se comprometan conmigo ni yo comprometerme con nadie, simplemente soy libre. ¿Y el amor?, es una materia pendiente que aún no he podido ni querido rendir con nadie ya que cuando lo hice mi nota fue cero.

 

Angela Grigera Moreno