Fuimos hasta el cielo de los días
nos tocamos las arterias del amor.
Copas de cristal fueron los besos
tintos los abrazos de pasión.
Roja la avidez de nuestras bocas
fuego, intensidad del interior;
nos matamos como pocas,
todas esas veces, vos y yo.
¡Claro que te extraño como nunca!
¡nunca te he extrañado como hoy!
Hoy recuerdo vívido esos días
donde nos matábamos de amor.
Locos de entregarnos,
de asistirnos,
trémulos encuentros de calor;
brazos que conexos dibujaban
finas serpentinas de fulgor.
Cuando retorcidos de besarnos
todo el universo enmudeció,
y aplaudieron, todas las estrellas,
nuestra conjunción de luna y sol.