Precito
Puro el aire se respira, el pinar susurra viento;
oscuridad y misterio; brillantes ojos que miran,
reconociendo su imperio; alimento buscarán,
escondidos en la flora, esperando su momento.
Va el agresor sigiloso, puede convertirse en presa;
los sentidos bien alerta, su vida de ello depende;
romper el silencio evita o su oportunidad pierde;
continuo avanzar ansioso, fiel a su naturaleza.
La ciudad anocheciendo, en no muy distante lugar;
habitada por el hombre y junto a él enviciada;
todo sonido aturdiendo, mucha basura para hurgar.
Comiendo sin tener hambre, ella, por él provocada;
solo por placer matando, con vida permite jugar;
ya nada le importa un cobre, mentalidad alocada.
¡Su conciencia abandonada!
Mirando siempre los plasmas y en ellos atrapado;
aceptando espurios dogmas; para siempre condenado.
José.-