Me sumerjo en ti, aspiro el sahumerio
que se desprende de tu Santo Espíritu,
escucho diversos discursos sin sentido,
todos creen tener la razón, pero mi alma
busca en tu refugio la paz y la verdad.
Me has enseñado a ser paciente y esperar;
tu actúas con justicia en el momento exacto;
nada hay que temer aun cuando los vientos
soplen intensamente, Tú me cuidas y proteges
con tus huestes, siempre caminas a mi lado.
¡No hay nadie como Tú, transformando todo!
para ti no hay imposibles porque todo es tuyo;
aunque no soy digna siquiera de que me mires,
Tú me regalas una porción de gracia y de fé;
dejas a la sabiduría y sagacidad hospedarse en mí.