La noche no se percata
le han quitado mil estrellas
o se escondieron tras ella,
inmensa luna de plata.
Quizás será el resplandor,
las luces de la ciudad...
que alumbran la oscuridad
para apagar su fulgor.
Noche de dulces amantes
absortos miran el cielo
para pedir en su anhelo
que pase una estrella errante.
Consiguiendo por su influjo
a su paso fulgurante,
ese deseo constante
por la pasión de su embrujo.
Vergeles de un gran amor
que en arrumacos prodigan
cual flor, sus besos cultivan
sobre surcos de candor.
Con el tacto de sus manos
sobre la piel dejan huella
y agradecen a la estrella
por sus espasmos tempranos.
Sincrónicos movimientos
más abrazos envolventes
se disfrutan suavemente
con sensuales sentimientos.
Tan intensa es la pasión
que alertados los sentidos
se entregan a ser vividos
en su máxima expresión.
La luna perdió su encanto
el sol que asoma reciente,
como un amor incipiente
un zorzal entrega el canto.
Pleitesía en los amantes
se ofrendan sendos anillos
y así coronan con brillos
una noche rutilante.