Hoy no se que decir... y es que no tengo a quien llamar...
Si bien no he dejado de sonreír, tampoco dejo de llorar.
Son extraños recuerdos del insensato pasado,
forasteros sentimientos de los mares del miedo…
que dibujando a diario miles de destrezas falsas
demuestran que este camino me conduce a la nada.
Un vacío inmenso en los pétalos de mis rosas,
un ajeno control de mi altanera ansiedad,
que me arrastra poco a poco a la locura
y que me ahoga en la mutilada realidad.
Increíble, pero cierto… aún sigo con vida… aún respiro.
No hay tristeza, ni alegría… todo muerto, todo inmóvil…
Escucho como caen gotas de lluvia en el césped seco,
imagino su trayecto cansado hasta volver al mar…
¡Oh brisa intensa! ¡Guardada entre granos de arena y sal!,
¡Mueve impetuosa mi tristeza y aleja de mi la cruel ansiedad!
Revive desde las olas de mi amargo tormento,
la paz del silencio en el fondo del mar…
porque sumergida en lo recondito estará mi alma
para que el dolor no pueda encontrarme más…
Mientras... en la brisa salada, poco a poco se delinea mi ser,
e intento buscar el destino que hasta hoy... no encontré.
Mañana, la misma brisa hará surgir mi alma del profundo Tritón…
Llevando hasta la playa las olas que… con anhelos de pasión…
me impulsen a salir del abismo, hacia un nuevo destino,
para encontrar al fin, en mi camino… mi ya renovado corazón.