Al borde del abismo estoy
sin ganas ya de vivir,
ya no sé ni a donde ir
ni quiero saber quien soy.
No tengo nada y lo tengo todo:
la inmensa calle donde desandar mis pasos,
el inmenso cielo donde buscar la esperanza,
los árboles, los pájaros, el mar y tanta gente
con us dolores como el mío, que es mayor.
Tengo el amor que sana heridas,
el amor que brinda aliento,
que te arranca el pan de la boca
para que sacie de tus manos mi hambre.
Voy por el mundo con estos harapos del alma
presintiendo que mi final es el breve comienzo
de un largo transitar hacia otra realidad.
Tengo el abismo para la incómoda caída.
Miro a través de extenso túnel
un remolino de sombras que me devora.
Al final estás tú con manos balsámicas,
con labios y palabras sedantes,
todo el poder de tu amor en ese instante
cuando caigo y me levanto
asiendo tu mano dulce y generosa.