No hay forma más amarga
de saber la verdad
que a través de mentiras.
La noche y el día
dependían de mi puño,
tenía al mundo en mis manos.
El amanecer y el atardecer
se formaban
por mis parpadeos,
el viento de mi aliento
las flores de mi sonrisa
y la lluvia de mis alegrías.
Hoy mi mundo se ha esfumado.
Mis manos están vacías,
mis ojos no cierran
petrificados ante el dolor,
mi aliento se ha acabado
y las sonrisas las he olvidado.
Ya no estoy en ti.
He caído vencido
por la soledad
hasta hacerme sombra
de mi sombra.
El recuerdo solo es dolor
que no puedo evitar.
Mi ser entero tiembla
y se contrae,
cada vez me hago
más pequeño
y llegaré a ser
un grano
de un grano
de arena.
Y finalmente
desapareceré.
Ya no estoy en ti.