La conocí en abril sin que fuera primavera,
Sus labios eran como botón de rosa en sonrisa recién nacida,
Sus ojos, eran como sol amante de amable abrazo,
Y su cabello era como brisa lleno de hermosa y dulce vida.
La conocí en abril un día jueves por la tarde,
Sus pasos anunciaban un baile de canciones muy secretas,
Estiró sus manos al acariciar su dulce rostro,
Y fue como una caricia tan llena de aromas y pasiones muy etéreas.
La observé y la ame en silencio a la distancia,
Amé sus ojos negros y su cabello de filigrana,
Acaricié la silueta de su cuerpo, con delicada y sutil gracia,
E inhalé el silencioso aroma de su andar, cuando a mi lado ella pasaba.
No sé si ella fue el espejismo,
Aquel con el que tanto yo soñaba,
Pero preferí cerrar los ojos,
Por si la luz de los postigos, con tristeza me despertara.
La conocí andando por las calles,
Y el destino con ella me empujaba,
Sentí el impulso vergonzoso,
De entregarle de inmediato mi pobre alma.
La conocí en Abril,
Cuando una llovizna intensa mis ojos empañaba,
Y me acerque a darle mi sombra,
Para guardar que ella no se asustara.
Aquella tarde la perdí en el laberinto de las calles,
Se alejó como el silencio de la noche en primavera,
Con su sonrisa tan candil como vuelo de mariposa por los aires,
Y me dejó en los labios el sabor de los besos que no me diera.
La conocí en Abril de muchas rosas y golondrinas,
Y recordaré su rostro como ocaso de primavera,
Se alejo en silencio con su grácil cabello por los aires,
Y me dejo el recuerdo… de no saber su nombre…
La conocí en abril… a pesar, de que no era primavera.