Alucino, tiemblo,…
es la fiebre me dice,
cómo,
si estoy muerto,
es una tortura encontrarse
con asesinos, usurpadores, …
mala calaña,
este mundo tampoco es mi mundo,
no es solución;
dónde está la gente,
aquella querida, transparente, dulce y amable;
que estrecho es este patio de avisperos,
no hay nadie digno,
aquí la muerte es como la vida,
huele siempre mal;
siguen mostrando sus enormes defectos
orgullosos,
verdaderos esperpentos,
grotescos, absurdos,
se mantienen tal cual como fueron;
la diferencia es que se es vulnerable,
se está a alma desnuda;
hay un abismamiento,
no por amor ni odio,
sino por lo eterno de la problemática humana
tal cual la conocemos,
suplicio inmodificable.
Sin escapatoria,
monótono, aburrido,
carente de todo.
Obnubilado y triste,
busco y rebusco;
las ánimas actúan
como si estuvieran
en sus lugares habituales,
locura perenne.
Seres mecánicos,
rutinarios, malditos…