Silencio nocturnal de mi montaña olvidada
Que reposa junto a mi cama, como tu silueta olvidada
Silencio entre las sábanas blancas, frías, indiferentes
Que me consume sin duelo,
Dejándome sin latidos, preso en nuestro lecho vacío
Silencio que resucita el pensamiento olvidado
Temblando bajo el azul del cielo, por tu voz ausente,
Silencio de tu rostro lejano,
Fulgurante en la noche de estrellas
Silencio de rostros vacíos, en la ciudad del extravió
Inundando los oídos sordos, ante la inmensidad del infinito
De almas distraídas en la agonía del abandono
Silencio de anhelos y pálidos sueños
Silencio de latidos, de besos perdidos
De amores y entregas, de pechos dormidos
De gemidos que gritan e imploran en la penumbra de tu sombra
Silencio sigiloso entre tu vientre y el mío
Silencio de almohadas húmedas en el lecho vacío
De cuerpos desnudos y caricias furtivas
Silencio bajo la piel que grita de deseo
Que gime e implora, en la intensidad del latido
Silencio de luna, de noche y misterio
En la inmensidad de la entrega de mi caricia ingenua
Silencio de niebla que te acerca a mi oído
Para recostarte en mi pecho, penetrando mi cuerpo
Silencio cómplice de todos mis versos
Silencio de invierno, De gota de lluvia,
De tu humedad liberada, de tu aroma y tu cuerpo
Silencio de flores, de manantial y roció
No dejes de abrazarme, aunque haya muerto