El viento que aúlla
del lado de afuera
me asusta, me lleva,
me pone molesta
aunque no es protesta
porque no me pega.
El viento del norte
llega hasta mi casa,
lo escucho escondida
en los recovecos
de mi oreja vieja,
mientras que destruye
el sol del domingo
que podría hacer
un día de fiesta.
El cielo está triste,
nublado, grisáseo,
nada lo contenta,
las casas del pueblo
aguantan el tiempo
tan raro y nublado
que lleva a los patos,
los gansos, los bichos,
a esconderse pronto
debajo una roca,
una rama, un tronco,
un nido de paja
con huevos redondos
o una ensaladera
rellena de abrojos.