La muerte
es una estatua deshabitada
en un jardín perdido
donde todo lo acalla.
Pocos la buscan,
todos la encuentran,
un puerto sin olas,
sin barcos, sin agua.
La muerte
deja las ventanas cerradas
y una sola puerta
abierta que llama.
Por donde nadie vuelve
y nada escapa,
cubriendo los ojos
de sábanas mojadas.
La vida y la muerte
un fuego en llamas,
un amor que duele
y una herida blanca.
Las sombras de siempre
empañan el alba
y una lluvia a gris
borra la última esperanza.