De pequeña, cuando viajaba, veía las nubes en lo alto de las montañas y solía preguntarme ¿A que sabrán? Hoy me gustaría que las preguntas que se generan en mi cabeza fueran tan inocentes como aquellas, hoy solo me resigno a pensar si es que estás bien, si comiste hoy o si a caso te duele mi ausencia, y es que justo cuando la herida de tu adiós parecía cicatrizar llega tu recuerdo a quitarle otra vez la cascarita, pero ¿Qué se hace para olvidar los recuerdos de lo que nunca sucedió? ¿Cómo se deja de extrañar lo que nunca pudimos ser? ¿Cómo se dejan de añorar los sueños que dejamos inconclusos? Y es que no he decidido aún si te extraño a ti o extraño la persona que era yo estando contigo, y tal como dice Sabina, “No es que este triste, carajo… Es que me acuerdo”