Critiquen a los que se hacen llamar,
padres de la patria,
y nunca dejen de gritar,
que la libertad nunca apague su llama.
Quedémonos sangrando,
llorando,
y suspirando,
pero nunca detenidos,
que las lágrimas de los vulnerados,
sean agua para los que estamos luchando.
Los que se queden en casa,
que griten desde la sala,
y los que salen a las calles,
que luchen por los desiguales.
Porque somos muchos los dolientes,
y pocos son los verdugos,
que el poder sea el pueblo,
y no pueblo el que obedezca al poder.
Que recuerden que el pueblo,
es más poderoso que el puesto,
y los dos o tres del gobierno,
y que la lucha social,
es para el herido y no para el político.
Que las balas se acaban,
pero las palabras nunca,
se quedan en la sangre de las aceras,
y en las injusticias siempre perpetuas.
Que el silencio no moje la pólvora,
que explota el corazón,
y que en la más oscura hora,
el pueblo no pare su canción.
Que peguen fuerte las protestas,
hasta que se queden sin voz los manifestantes,
que los \"amantes de la patria\",
sientan primero el dolor del pueblo,
que el de la bandera.
Que el voto signifique dignidad,
y no obligación y cadenas,
que el único fuego que exista,
sea el de la prosperidad.
¡Critíquenlos!
¡Que el único ídolo sea el pueblo!
¡Critíquenlos!
¡Para que el dolor no se quede solo en duelo!
¡Critíquenlos!
¡A los que ven al voto como negocio!
¡Critíquenlos!
¡A los que nos quieren separados y no unidos!
¡HAGAN LO QUE SEA PARA NO CALLAR!
¡LUCHEN CON TINTA Y HIERRO!
Pero.
¡CRITÍNQUELOS!