Porque hace falta reunir valor
para continuar con la lectura,
mientras afuera, la conversación
se enfurece, y los transeúntes,
que apenas lo son tanto, concluyen
sus llamadas telefónicas,
a todo volumen. Es esa hostilidad
la que ahora me guía al poema,
y me llena de adjetivos hermosos
la tarea de escribir: porque no es fácil
ornamentar la vida, y mucho menos,
cuando la paciencia cojea-.
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