Las calles están desoladas,
no hay ni fantasmas.
Se escucha por lo bajo a los periodistas, músicos y personajes hablar,
que es lo único que evita un silencio absoluto.
De vez en cuando pasa un auto y,
por unos instantes, se rompe esa soledad abrumadora
que nos acompaño durante meses.
Los perros no ladran
sienten el temor y la impotencia en el aire.
Lo único que se puede hacer es esperar,
ver como el tiempo vuela y las horas no alcanzan
pero a la vez ver como todo va lento y uno pierde la paciencia,
y quizá también la cordura.