Al despertar seguía en el mismo sitio ,
Crucificado con los ojos abiertos mirando la luna,
En la ciudad dormitorio.
Quien no sale de este lugar durante el día,
vive como los muertos, pero con el dolor de los vivos.
Había estado siempre,
Trabajando tan lejos como podía.
Y cuando se terminó irse lejos de donde se duerme,
Cambió el viaje de la madrugada,
por el ocaso de permanecer sufriendo quieto,
durante el día.
Hay un pueblo rabioso como los perros atados por una correa,
oculto bajo las blancas sábanas de la ciudad dormitorio.
Que se protege en las tabernas de las flechas de los centauros.
Y hay en las colas de los servicios sociales.
Quienes esperan ahorcados ayuda,
para recibir una lata de sardinas en escabeche ;
donde esconder la cabeza.
El odio a la palabra,
es la única ley en la ciudad dormitorio.
Con la que llevan atados de la lengua a los que van descalzos.
Hasta las paredes de los cementerios para que muerdan la cal viva.
Si te despiertas un día, y otro, y otro en una ciudad dormitorio.
Acabarás tomando veneno para despertar juntos los muertos;
Echado de lado siempre en el mismo sitio
Ángel Blasco. Un poema dedicado a la ciudad de Vall d´ Uixó