1) Voy a empezar hablando de una muerte, que casi nadie hablara, la muerte en vida.
Para mi mueren en vida, los que no tienen conciencia,
en algun y oscuro momento, la perdieron, vieron la infidelidad,
como un accidente, la traición como algo colateral,
y como una arma la mentira o la ocultación de la verdad.
A lo largo de la vida sufrimos muchas muertes,
las muertes de unas débiles amistades,
las muertes en sus inicios de muchos amores,
las muertes de nuestros deseos, por ser cobardes.
En ese extraño sentido yo ya estoy muerto,
porque he sido traicionado por mi mejor amigo,
he sido en el pasado muy cobarde con algún sueño,
y no he dado el paso en probablemente algún amor verdadero.
Pero aunque haya aprendido a veces a estar muerto,
sigo luchando y empatizando con el soldado, con el compañero,
con el injustamente tratado, soy sensible a lo injusto,
y lloro todavía bastante por dentro malherido.
2) Y ahora voy a hablar de la dama típica, la dama de la muerte:
No he pensado mucho en ella,
hasta ahora, si eso, la veo blanquecina,
a pesar de todo, no la veo mala,
la veo eso si, inconstante y arbitraria.
No tengo una visión clara de esta dama,
a veces pienso que cuando yo me muera,
ya no habrá nada, yo sólo percibo mi vida,
otras veces, pienso en sí hay más allá.
La muerte de seres queridos,
ya la siento y es uno de mis miedos,
pero yo suelo hablar con ellos,
y cuantos mas tenga, más diálogos.
La dama de la muerte es algo natural e inevitable,
los seres humanos nos oxidamos, nos debilitamos,
y por ello envejecemos y nos desilusionamos,
es sobre nuestra cabeza un sable invisible.
Yo creo que no es bueno tener miedo a la dama de la muerte,
sin embargo, si la ves, hay que hacer todo lo posible,
para que esa Dama tarde mucho en llamarte,
Que te vea, sano, deslenguado y fuerte.
Y si un día la muerte me llama,
a esa Dama no la ayudaré,
lucharé con todo lo que pueda,
no creo que sea fácilmente digerible.