Un sol limpio de mayo,
las diez en este paisaje
vestido por la vida.
Cruzabas los caminos dibujando
tu cara con arrugas de otra época
más simple y sin deudas.
Se nos abraza la memoria
igual que los filmes en blanco
y negro con su clara presencia.
El mundo parece perdido
detrás de una ventana al pasado.
Ya no existe el ayer que recordamos,
los años son un regalo efímero,
el reino de estampas vividas
con más coraje que miedo,
sus chicas rubias en playas de agosto
iguales a cien disparos
en las espaldas rotas del tiempo.
No son mías estas fuentes y banderas,
me aburre la mañana sin brillo,
desierto de momentos remotos.
Las plazas ya se vacían de gente,
regresan al hogar dejando
escenas en lugares que duelen
y saben a niebla. Hasta cuándo podrá
la edad ser mapa de certezas o errores,
seguir el ritmo con sus engaños.