Ven, bendícete en mis aguas perfumadas
Sin dogma, sin promesas bautismales
Te sumerges en mí y no habrá precariedad
Naceremos de nuestros latidos, asidos de nuestras manos
Se limpiará nuestra piel y hurgamos las caricias
Despojados de pecado, de beatas dignidades
Nos abrazaremos a la longevidad que nos regala un beso
Y sanaremos las almas de nuestro erotismo marginado
Ven, bendícete en mis aguas nocturnales
Nacerás en mis brazos de manera sencilla
Te crismare con tu propio nombre,
Dignificare tu vientre, con mi entrega y hombría
Seremos óxido y simiente, vejez y lozanía
Presente, futuro, corazón y latido
Certeza en la espera, pasión en la entrega
Y cuando nuestros cuerpos liberados
Plenos de perfume y encanto,
De entrega total se sientan agotados
Descansarán sobre un manantial purificado
Con las almas dispuestas para el vuelo